martes, 17 de julio de 2012

Los siete pecados capital-es



Buenos días amiguitos y amiguitas. He dispuesto hoy, haciendo un símil religioso, desgranar los que para mí son los siete pecados capitales de este sistema ineficaz y absolutamente insostenible. No pretendo dar aquí lecciones de economía ni espero contribuir a solucionar  las cosas como una suerte de Harry Potter, que armado de varita de cedro y al grito de: “Reparo”, pudiese trocar todas las desgracias en todo tipo de suertes y parabienes. Pero si pienso en los que son algunos de los problemas fundamentales. Curioso es, en mi opinión, que varios de los agentes que deben pilotar las naves para llevarnos a puerto seguro sean, más bien, parte del problema que elementos de su solución.



1.- Lujuria.- Para mí estaría representada por una sociedad acomodaticia y pasiva, centrada en cualquier muestra de diversión, más o menos desenfrenada, que ha postergado valores, objetivos, sueños, ilusión e ideales, en virtud de un Carpe diem, hábilmente manejado desde el poder para desviar atenciones y comprar voluntades. Es imperativo, en mi opinión, que cambiemos radicalmente esta situación. Tenemos que movilizarnos y hacerlo de manera consciente y responsable. No se trata, pienso, de acorralar a la delegada del des-gobierno en Madrid, insultarla, escupirla o provocarle un infarto. Se trata de presentar una alternativa seria, consciente y librepensadora, que sea capaz de alcanzar parcelas de responsabilidad que nos permitan un cambio radical, eso sí, del modelo.




 2.- Gula.- Representada en el apetito omnímodo, voraz e insaciable de una casta empresarial que es, en la mayoría de los casos, absolutamente incapaz de desarrollar acciones propias de un emprendedor. Steve Jobs, el famoso creador de Apple, manifestaba que el objetivo del empresario debía ser crear una organización que perdurase en el tiempo mucho más allá de su creador. Algo que debe construirse con la aquiescencia de sus trabajadores. Solo si estos se encuentran a gusto, solo si un trabajador es feliz, puede realmente  implicarse. En esta desgarrada e inmisericorde parcela de tierra que habitamos es mucho más frecuente que se expriman los recursos en aras de unos beneficios rápidos y jugosos. En resumen, montan una explotación agropecuaria de aves, con el objeto de producir huevos, y se comen o venden las gallinas. Desean, fruto de esa gula incontrolable, lo máximo que puedan obtener en este momento, sin preocuparse en absoluto de la pervivencia de la empresa, o de que su gestión no sea la indicada para obtener unos beneficios perdurables en el tiempo.




3.- Avaricia.- Nada representa mejor la avaricia, en mi opinión, que una casta político sindical absolutamente obscena. Su deseo de poder, de dinero, de control, hace mucho tiempo que rebasó el límite de lo asumible. Su único objetivo es asegurar su negocio, un negocio en el que se mercadea con los sentimientos, ilusiones e ideologías, con el único objetivo de perpetuarse en el poder y seguir obteniendo ingresos. Cínicos, demagogos, sin escrúpulos, sus grandes victorias son siempre personales. Revisten sus actuaciones de una pátina de populismo para poder continuar en un permanente  expolio de recursos para su propio beneficio. Me contaban estos días el caso de una trabajadora de un sindicato, concretamente CC.OO., maltratada hasta la saciedad en una continua serie de contratos temporales, ocultando la realidad para cumplir con la legislación vigente, siguiendo el siguiente formato: te contrato 6 meses, te despido, te vuelvo a contratar, para finalmente ser despedida al quedar embarazada, haciendo uso, eso sí, de la tan efectiva reforma laboral. La hipocresía es su bandera.


4.- Pereza.- Una vez más nosotros somos los principales actores de esta tragedia. No somos capaces de movilizarnos. Somos incapaces de hacer frente a esta situación, de plantar cara a aquellos que solo miran por sus propios intereses y cuya única aspiración es obtener el voto de los incautos que permanecemos adormilados en nuestro sillón, tirados, maltratados y olvidados mientras nos desangran. La patética imagen del desempleado tirado en el sofá viendo tele basura mientras los poderosos, los que nunca han pisado una oficina de empleo, los que en realidad no se preocupan en absoluto por él, continúan desgranando “políticas” de ajuste, que casualmente, le tienen a él, al desempleado, al trabajador por cuenta ajena, al funcionario de a pie, al autónomo, como principal objetivo. La independencia de la India parecía una quimera, no se podía hacer nada, Gandhi lo hizo. Somos capaces de hacerlo, hagámoslo.


5.- Ira.- Es obvio que esta situación, prolongada en el tiempo, es absolutamente insostenible. Por otra parte es perfectamente comprensible que alguien situado en una posición límite sea capaz de revolverse y dar rienda suelta a sus más bajos instintos. Sé que es muy difícil controlarse cuando las cosas están de esta manera, máxime cuando observamos a la casta política conducirse con ese aire de superioridad y prepotencia. La mejor manera, desde mi punto de vista, de cambiar las cosas es actuando con absoluta frialdad. La misma frialdad que emplean ellos para esquilmarnos, debemos emplearla nosotros para demostrar, a todo aquel que quiera verlo, que somos perfectamente capaces de cambiar las cosas sin dar rienda suelta a nuestra más que comprensible ira. Recordemos las imágenes del entierro de los abogados laboralistas de Atocha. La mejor manera de demostrar la ira, el dolor, la consternación y la determinación fue una estruendosa muestra de silencio.


6.- Envidia.-  Eficaz instrumento para fomentar la división. Empleada por igual por todos los grandes protagonistas de este circo, en una suerte de ecuación perfecta para lograr dos objetivos básicos. Mostrar una realidad paralela que parece alcanzable, que fomenta los más bajos apetitos y genera el deseo irrefrenable de poseer más que el otro, de lograr cosas materiales que te permitan estar por encima de los demás. Un concejal de urbanismo quiere un coche mejor que el del alcalde. El alcalde quiere una mansión más lujosa que la de un ministro. El ministro resaltar más que el presidente. Y el presidente desea estar por encima de todos, como un padre bienhechor que nos guía con mano firme, y perdona, con despótica actitud, nuestras salidas de pata de banco. Y por otro lado, hacer ver que si sigues el camino correcto podrás alcanzar tan altas cotas de bienestar, no hay más que apostar por el caballo (partido) ganador.


7.-. Soberbia.- Nadie me viene a la mente con más claridad cuando se habla de soberbia que el ex jugador de balonmano transmutado en corruptor de instituciones, es decir, en jugador de talón-mano. Es, para mí, el ejemplo perfecto, la personificación de la soberbia. La imagen de un régimen marchito, corrupto, trasnochado, feudal y dictatorial, en el que alguien asentado en privilegios reales, se aprovecha de su situación y circunstancias, para esquilmar toda posible fuente de ingresos, a despecho de su posición, su imagen, su condición, y fundamentalmente, a despecho de la ley, de las circunstancias y de nosotros, los sufridos siervos que vemos como nos roba, con la necesaria ayuda de uno/a o varios cómplices, para, por si fuera poco, seguir con su vida como si no pasase nada. Esta corte decimonónica, amparada en unas castas satisfechas encargadas de perpetuar el status quo, como forma de perpetuar su propia situación. La apostura, la mirada por encima del hombro, el sentirse superior a los todos los demás. La preeminencia de la que hace gala, como si en efecto concurriesen en él méritos especiales que le hubiesen conducido a esa posición. Y por encima, dando amparo, unos poderes públicos que lejos de velar por el bien y el interés común, se apresuran a desligar complicidades conyugales y a salvaguardar la supuesta honra y la deleznable imagen de   un sistema podrido e inútil.


 
No pretendo convertirme en tele predicador, nada más lejos de mi intención, solo pretendía establecer un símil. Esos pecados capitales que nos han conducido, pienso, a esta situación en la que solo nos quedan dos posibles salidas. O dejamos que las aguas sigan fluyendo como hasta ahora, permitiendo que desde las más altas instituciones del estado  nos roben, nos engañen y nos sigan diciendo que todo lo que hacen tiene por único objetivo nuestro bienestar, lo que, en mi opinión, nos conducirá  largos años de travesía del desierto, arrastrándonos por el fango hasta que podamos, los que quedemos, volver a beber agua fresca. O tomamos cartas en el asunto para demostrarles de una vez por todas, definitivamente, que este es un gobierno del pueblo y para el pueblo, y que el que no quiera seguir este principio básico puede trasladarse a otro lugar donde le dejen ejercer su satrapía con indiferencia, o si decide permanecer aquí, debe entender, sin ningún género de duda, que todo lo que haga deberá tener como referente indiscutible al pueblo y su bienestar.



 

Bss

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