lunes, 31 de diciembre de 2012

Madrid, una de cal y varias de Arena




Buenos días amiguitos y amiguitas. Llevo tiempo dando vueltas a la idea de escribir sobre los trágicos sucesos del Madrid Arena, cúmulo de desgracias y ejemplo pragmático y definitorio de lo que es este país. Esta idea se ha ido forjando en mi cabeza desde el primer instante, desde que tuve conocimiento de lo sucedido. No obstante, he dejado pasar el tiempo, observando, escuchando, mirando el lento transcurrir de los acontecimientos, y la idea preconcebida que se materializó los primeros días no solo no ha desaparecido sino que ha arraigado con fuerza.

A mí personalmente me parece, a muy grandes rasgos, un caso paradigmático de la corrupción imperante a todos los niveles. Se trata, obviamente, de un suceso trágico y lamentable. Pero también constituía una oportunidad de demostrar eso que el egregio personaje define como política con mayúsculas, una oportunidad.


Así ha sido finalmente, la oportunidad de esconderse, de no tomar medidas y de seguir estafando conciencias, voluntades y bolsillos. No dejaré en esta reflexión títere con cabeza, porque me parece que todos los actores de la tragedia son responsables, a distintos niveles, pero responsables. Soy plenamente consciente de que en una situación extrema, de pánico, nadie puede conocer a priori cual será su reacción, y que personas inteligentes, moderadas, pueden comportarse de forma sorprendente. Yo no estaba allí, no obstante entiendo que no podemos usar la permanente enajenación mental transitoria como un mantra irrefutable que todo lo justifica.

Para mí la responsabilidad, en los asuntos de calado, siempre circula en dirección vertical y  sentido ascendente. Es evidente, no obstante, que uno debe ser responsable de sus actos, aunque en este pedazo de tierra a medio camino entre el Sáhara y el infierno en la tierra parece como si la responsabilidad se pudiese diluir como un azucarillo en un enorme vaso de agua. Tan es así que he llegado a considerar la posibilidad de que el responsable de la tragedia del Madrid Arena sea mi perro, que el día de autos, completamente ajeno a la desgracia,  dormía, placidamente, en el sofá.


No excluyo de responsabilidad a los asistentes, en dos direcciones. En primer lugar los encerrados en el maldito pasillo, vomitorio o corredor. Vuelvo a manifestar mi comprensión hacia las reacciones humanas en momentos de máxima tensión, no obstante, no termino de entender qué lleva a un grupo de personas a forzar el paso por una zona cuando debía ser evidente que no se podía pasar o acceder a las zonas colindantes por esa vía. Más aún, esa mentalidad de si empujo forzaré el paso, esa forma de aplicar el “teorema del punto gordo” para alcanzar el punto de corte de dos rectas paralelas, esa costumbre tan arraigada de paso por cojones, tan característica de este país y que se puede apreciar debidamente en un trayecto en metro en hora punta es algo que escapa, como agua entre los dedos, a mi capacidad de comprensión. Escapa aún más la actitud que lleva a una persona a ver que alguien cae al suelo y pasarle suciamente por encima, pisoteando su cuerpo, su vida. Responsabilidad menor, en todo caso y en mi opinión, debido a la tensión del momento. Responsables también quienes se encontraban fuera del recinto y, careciendo de entrada que les diera derecho a acceder al mismo, acuden en masa y ejerciendo su perfecto derecho de hacer lo que les sale de los mismísimos, ingresan en un espacio restringido pisoteando los derechos de los sí acreditados. Algo tan habitual aquí que se ha convertido en norma  de conducta. Intenta hacerlo en un concierto en El Paso, Tejas, y verás lo que es la lluvia. Lluvia de hostias claro. La semana pasada tuve un ejemplo magnífico de ese tipo de actitud en el aeropuerto. Familiares y amigos que esperábamos a nuestros seres queridos. Unos cuantos que deciden que la barrera que separa las salidas de la Terminal no está situada para ellos. Se acumulan en un espacio restringido dificultando el paso de las personas que abandonan la Terminal, en el ejercicio de su derecho de pasarse por el forro las normas del aeropuerto, claramente establecidas y explicadas en paneles informativos, así como  de las más elementales normas de urbanidad y educación. Conclusión, atascos en la salida, pasajeros que deben esperar a que los susodichos saluden efusivamente a sus allegados y un guardia de seguridad que pudo comprobar como sus intentos de establecer cierto orden y hacer cumplir las normas vigentes se tornaban ridículos. Para eso están las normas, para que las cumplan los demás, a mi me la sudan.


Absolutamente responsable el organizador del evento. En la propia página del recinto se explica que su aforo es de 10.500 personas. La voracidad recaudatoria, el fin que justifica los medios, el deseo de enriquecerse de la manera más rápida sin importar los resortes que haya que mover, sin dar ninguna trascendencia a los métodos que se utilizan, sin importar absolutamente nada la forma ni el fondo, tienen siempre un precio, un precio que siempre pagamos los mismos, un precio que se puede apreciar con claridad rotunda cuando ocurren luctuosos sucesos como este y que, habitualmente, pasa desapercibido en un mar de dinero público que “ no es de nadie” como dijo la ex ministra zapateril. Modus operandi lógico en alguien acostumbrado a lidiar con cargos públicos sobornados o sobornables, en alguien que amparado en el tan  manido “si no pasa ná” que circula en las altas esferas, está acostumbrado también a pasarse normas y reglamentos por el forro.


Responsabilidad absoluta en el ay-untamiento de Madrid, porque en mi opinión esto sucede porque ellos no han tomado las medidas que deberían haber adoptado para que no suceda. Ellos son los responsables de ejercer cuantas acciones sean necesarias para garantizar que en un espacio de dominio público arrendado para la celebración de un evento se cumplan, a rajatabla, todas las normas y reglamentos habidos y por haber. Responsables en varias, si no todas, direcciones. Cuéntale ahora a un tío de las afueras de Sydney que queremos organizar unos juegos olímpicos y que vaya al Madrid Arena a ver las competiciones de Judo, por ejemplo. Que es una instalación moderna, segura y sostenible. El dinero invertido en la candidatura, que solo dios sabe dónde va y por qué caminos circula, supongo que servirá de poco. Claro que viendo cómo funcionan los verdaderos resortes del poder lo mismo nos los conceden, por ser una ciudad organizada, metódica y responsable.


Responsable máxima la alcaldesa. No la conozco personalmente, no frecuentamos los mismos círculos. Tengo entendido que su marido, el ex presidente del milagro económico español, ese consistente en que todos comprásemos 27 ó 28 viviendas, dijo en su día que su esposa no tenía vocación política, para afirmar ahora que siempre quiso dedicarse a la política, más concretamente, que su sueño era ser alcaldesa de Madrid y que, válgame dios, ella es la persona que Madrid necesita. Creo que la Doña ha perdido una magnífica oportunidad de cesar a todo cristo relacionado con la tragedia y luego inmolarse ella misma en la hoguera de las vanidades que tanto les calienta. Eso, en mi opinión, hubiese sido lo decente, pero…

Eso sí, lo que importa, lo mollar, saca a tu perro de paseo. Acude a uno de los muchos parques públicos de Madrid. Suelta su correa para que pueda correr un rato disfrutando de una aparente libertad. Observa como corre como el viento, sonriendo, sí, los perros también sonríen. Mira como pasa junto a esos bancos del parque donde se trafica con sustancias de dudosa procedencia y aún más dudosa legalidad. Y prepárate porque puede que haya algún miembro del orden público que te multe por llevar a tu perro sin correa.


Tal vez yo sea un idealista, o un imbécil o tal vez deba entregarme, sin armas, sin ambages, a la Botella.


Bss

6 comentarios:

  1. La picaresca de este país, el mangoneo indisimulado, la corrupción sin consecuencias es la máxima a la hora de actuar. Me lo llevo crudo y, si me pillan, lo devuelvo, y, si no, a vivir y el que venga detrás que arree. En esta casa, se nos pierde la conciencia del deber social en favor de la adoración a la peseta, al euro y a lo que venga. Y, como decía mi abuela: "No pasan más cosas porque Dios no quiere"
    Las reformas y recortes de este año que inauguramos deberían empezar y terminar por allí, pero ya veremos...como no.
    Feliz año. Saludos.

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    1. Estoy totalmente de acuerdo.
      Me pregunto si esa frase de tu abuela,también habitual de mi madre, será igualmente común en finlandia o dinamarca, por ejemplo.
      Triste consuelo.
      Algún día,dios, o quien sea, se cansará de echar una mano.
      Deberíamos aprender y aplicar lo aprendido.
      Feliz año
      Gracias
      Saludos

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  2. Estoy tan de acuerdo con lo que dices, como seguro de que, al final, no pasará nada y terminará pagando un cabeza de turco.

    Vaya país estamos alimentando, así nos va... Con lo que ha pasado debería haber dimitido medio ayuntamiento, cuya alcaldesa, me permito recordar, nadie ha votado.

    Un abrazo

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  3. Totalmente de acuerdo contigo.
    Sic transit gloria mundi.
    En cualquier caso, pienso defender a mi perro por mucho que la alcaldesa en sus intentos de buscar un cabeza de turco quiera culparle.
    Que buena profesión la política, jamás son responsables de nada.
    Gracias
    un abrazo

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  4. Esta es la asquerosa realidad. Totalmente de acuerdo contigo, querido amigo unactivo. Desde luego los culpables jamas pagaran ni un poquito lo que merecen, y si nos descuidamos incluso nada. Feliz 2013 de parte de una Pecuda amiga y mia.

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  5. Hola Ana
    la cuestión es el grado de culpabilidad.
    Si cometes una infracción de tráfico,p.ej.,ir a 80 poq una zona de 60,pagas.
    Si robas 3 millones de euros del erario público eres una personalidad, y no pagas.
    Un beso para las dos
    muchas gracias

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