Buenos días amiguitos y amiguitas.
Hoy, jueves 28 de Junio de 2012, me propongo filosofar sobre una palabra muy bonita,
no solo por su musicalidad o por su etimología sino por su significado,
democracia.
Democracia proviene del griego,
concretamente de demos, que según la Wikipedia puede
traducirse como pueblo, y Kratos, que
puede traducirse como poder. Según el diccionario de la R.A .E., democracia es “la
doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno”. Poder
para el pueblo, gobierno para el pueblo, que bonito¡
En una democracia se considera
que los ciudadanos son libres e iguales. Me propongo demostrar que lejos estamos de esa
bonita palabra. Es cierto que si uno puede volver a ver una serie como la de la Transición , de Victoria
Prego, o leer algún libro sobre la transición a la democracia, se puede
apreciar como el uso del término ha decrecido más que notablemente en los últimos
30 años.
Hace 30 años, o algunos más,
todo, absolutamente todo, era democrático. Todo estaba recubierto de una pátina
de democracia. Compre su pan en Panadería Pepe, la más democrática. La
democracia nos ocupa a todos, abra el depósito democrático de Banesto, etc…
Obviamente son eslóganes inventados, pero venía a ser así.
En la actualidad los pater
patriae de turno, no hacen un uso tan prolífico del término. Será por qué hasta
ellos han caído en la cuenta de que ya no les podemos creer?
Actualmente un miembro del
parlamento tiene la condición de aforado, es decir, tiene una cierta inmunidad
jurídica, heredada de los tiempos de Mari Castaña, que le permite conducirse a
un nivel diferente, superior, al del resto de los mortales. Un miembro del parlamento
posee además otros privilegios que resultan, vaya vaya, igual de mundanos. Iphone,
Ipad, PC, ADSL, asistentes, pensiones, sueldos.
Estos pequeños datos me bastan
para comprobar, fehacientemente, que no todos los ciudadanos somos iguales. La
respuesta que yo he recibido de algunos convencidos del sistema es simple,
sencilla, como ellos mismos, preséntate a las elecciones. Conocí el caso de un amigo que ingresó
en las juventudes de un partido político. Duró 20 días, el tiempo exacto que
tardó en conocer a sus compañeros y expresar, de manera democrática, su
desacuerdo sobre algunas cuestiones.
Os preguntaréis, quizá, por qué
razón he decidido hoy, precisamente hoy, escribir sobre este particular. Pues
bien, la respuesta es también muy sencilla. Ayer tuve el privilegio de
escuchar, en labios de la presidenta de la Comunidad de Madrid, en relación con la visita de los “mecenas” de Euro Vegas,
que se cambiaría la Ley Anti
Tabaco para que se pudiese fumar en el recinto.
Los que me conocéis sabéis que
empecé a fumar con 13 años. Sabéis que nada me motiva más en este mundo que
fumar un cigarrito, uno detrás de otro, con la única excepción de los besos y
los abrazos de mi amor. Y a veces ni eso. Ahora me estoy intentando convertir
en fumador social, esto es, si salgo el fin de semana, o estoy de vacaciones,
fumo. En casa, a diario, no lo hago. Y lo paso fatal, por cierto.
Pero mi mensaje tiene algo más de
profundidad. Supongamos que soy el propietario del bar o local de copas, Pepe.
Que en un momento dado, decidí gastarme una pasta para separar a los fumadores
de los no fumadores. Una filfa. Instalación de mamparas, sistemas de conducción
de aire independientes, etc. Pasado un tiempo se me comunica, muy amablemente,
en medio de no se que acontecimiento planetario, que ya podía haberlos separado,
que ya podía tener mi local distribuido en dos islas distintas, aún de
distinto archipiélago, que allí no fumaba ni Dios. Medida muy democrática por
cierto. Es decir, que si yo quiero abrir un local solamente para fumadores, adultos, conscientes
y demás, no tenía derecho a hacerlo. El tabaco es muy malo, mata. Digo yo que
podrían haberlo prohibido, pero no, amiguitos y amiguitas, porque si lo prohíben
no recaudan.
Y ahora, en una más que palpable
demostración de talante democrático llega Mr. Sheldon Adelson, con la pasta por
delante imagino, y si hay que cambiar la
Ley , pues se cambia y a otra cosa mariposa. Es decir, que en
este régimen democrático, donde el poder reside en el pueblo, donde todos somos
libres e iguales, resulta que no todos somos igual de iguales.
Democracia, bonita palabra. Esto en realidad, me recuerda a otra cosa, “gobierno del pueblo, para el pueblo, pero…sin el pueblo”, DESPOTISMO, además no muy ilustrado.
En fin, qué habré hecho yo, en una
vida anterior? , porque juro y perjuro que en esta que estoy viviendo no he
hecho nada para merecerlo. El problema fundamental de esta pseudo democracia o
dictablanda de partido es que no hay alternativa, como el del chiste:
Un señor camina por la calle
cuando súbitamente un enmascarado, armado con una pistola, le sale al paso y le
encañona. El viandante se ve interpelado por el enmascarado:
-
Rajoy o Rubalcaba?.
El viandante, sin pensarlo
demasiado responde:
-
Dispare.
Bss