Buenas noches amiguitas y
amiguitos. Dice uno de mis pasajes favoritos de La venganza de Don Mendo.” Ha
de antiguo la costumbre, mi padre el Barón de Miés…”
Hay costumbres tan antiguas como
el hombre, tan viejas que, para algunos, se han convertido en una suerte de
tradición. Hay quienes piensan que, como el buen vino, sus viejas costumbres
han adquirido con los años, el sabor, el aroma, el color, el olor de un magnífico
caldo.
Tal vez piensen que el uso, la
costumbre, la absoluta falta de consecuencias transmutan esas costumbres en un
necesario y hasta conveniente peaje que nadie en este valle de lágrimas
inclemente y hostil, está dispuesto a hacerles pagar.
Hace tiempo, bastante, cuando el
pater patriae González, ese de los 100 años de honradez, y 40 de vacaciones,
como muy acertadamente señaló Ramón Tamames, sacaba pecho de haber dejado un país
que no lo conocía ni la madre que lo parió. Ese mismo bajo cuya mano
bienhechora y benevolente crecimos para aprender nuevas y cultas palabras y
modismos, como: acritú, por consiguiente, cohecho, prevaricación, malversación,
CORRUPCIÓN, y otras. Ese mismo que nos llevó a pensar que la corrupción,
absolutamente generalizada, era cosa del pasado, como él, aparece, hace unos días,
para pedir prudencia al analizar y juzgar el caso Bárcenas.
Desde arriba, con el duque “en
palma do”, su señora, que siendo esposa de vasco tal vez cambie su nombre,
puede que por “Elhigolechorrea. Su señor padre, que con mano beatífica les
acoge en casa por navidad. El presidente del des-gobierno, que ignoro si
beneficiario o no de sobres complementarios, es, en cualquier caso, responsable
de las mangancias propias, por tolerarlas o por no evitarlas. Los líderes
garibaldianos del nazi-onanismo, que siendo más papistas que el papa , atrochan
sin piedad con el dinero ajeno y público para llevárselo a su verdadera patria,
Suiza. Los ideólogos de la progresía más infecta y trasnochada, que no
satisfechos con las tropelías pasadas buscan formas periodísticas de transferir
efectivo.
Hubo un cura malagueño que
escribió una biblia en verso, hay un pasaje que me resulta especialmente
adecuado, referido a la crucifixión de Cristo, : “Le coronaron de espinas y
casi le dejan tuerto, pedazo de hijos de puta, no es pa cagarse en sus muertos?”
Pues sí, perdonadme el cabreo máximo
y rotundo, perdonadme por la expresión altisonante, perdonadme o no, pero no
les perdonéis a ellos. Basta ya de que nos coronen de espinas, basta de que nos
flagelen con látigo inmisericorde para seguir sufragando su estilo de vida. Basta
ya de que nos roben y acudan a nosotros cada 4 años, exigiendo que cumplamos
con nuestro deber como ciudadanos, depositando un voto que es un óbolo, que es,
como cero cero sietes de tres al cuarto, una licencia para esquilmar. Basta ya
de esta dictadura, de esta oligarquía partitocrática, comandada por unos tíos y
tías solo hábiles para llevarse una pasta que no hacen nada por generar.
Una pasta que es nuestra, que es
de todos. “El dinero público no es de nadie” dijo una ilustrada ministra
zapateril. Si, hijos de puta, el dinero público es nuestro.
Bss