sábado, 18 de abril de 2015

Malos "ratos"


Buenos días amiguitas y amiguitos. Tras una semana convulsa, el gran bombazo informativo saltaba con el registro del domicilio y despacho de Rodrigo Rato, ex vicepresidente y hombre fuerte de los des-gobiernos de Aznar. Sociedades interpuestas, evasión fiscal, un entramado societario que, en definitiva, pone una vez más en tela de juicio la labor de los auto denominados servidores públicos. Semana esta en la que también han continuado las comparecencias ante el Tribunal Supremo de los imputados, investigados, o como se quieran denominar, por el caso de los ere que ere de anda-lucía. 1.300 millones de euros parece que tienen la culpa. Doy este dato porque al susodicho Rato se le calcula un patrimonio personal de 27 millones de euros, lo digo para que centremos un pelín el debate y las iras.

Esta semana también se ha hecho público el dato de que el 40% de los altos cargos socio-listos y el 30% de los altos cargos pop-ulares nunca, jamás de los jamases, never, never, never, ha hecho otra cosa que dedicarse al “servicio público”, según un informe elaborado por la plataforma epolitic, que apostilla, como si fuese necesario, que el 70% de los cargos públicos jamás ha trabajado en el sector privado. Dicho así por ellos y ellas, “tengo vocación de servicio público”, suena al ejercicio de la profesión más antigua del mundo y, efectivamente así es, solo que nosotros pagamos la coima y ponemos la cama.

Es decir, y resumiendo, que tenemos políticos profesionales que llegan a ocupar altos cargos de gestión sin ninguna experiencia profesional, en muchos casos con unos currículos manifiestamente mejorables, véase el caso del nuevo presidente del parlamento andaluz que no posee estudios universitarios, y que, mira tú por donde, terminan en no pocas ocasiones no ya salpicados, sino hundidos hasta la gola en todo tipo de corruptelas. Eso sí, dato este a tener muy en cuenta a mi modesto entender, esa experiencia necesaria exigida para el común de los mortales se adquiere, finalmente, en la empresa privada, concretamente en consejos de administración de las más grandes y selectas corporaciones. Claro está que en ese punto resulta absolutamente innecesaria puesto que nuestros estimados y estimadas próceres y próceras ya van de retirá, como diría el otro.

Habrá alguno o alguna de vosotros y vosotras que se encuentre en aparente desacuerdo conmigo, manifestando que no es condición necesaria la formación académica para el ejercicio de la gestión pública. Y yo, tras considerarlo muy por lo menudo, os doy la razón y aprovecho el guante lanzado para formular una pregunta: pude realizar una intervención quirúrgica una persona que posea 30 años de experiencia en quirófanos y que no haya obtenido su doctorado en medicina? Y si puede, por qué a cualquier trabajador o trabajadora se le exige no ya esa experiencia sino, además, una formación lo más completa posible incluyendo grados, posgrados, masters del universo, etc…?

Es decir que los padres y madres de la patria y patrio, de monipodio insisto, pueden acceder a un cargo de evidente responsabilidad sin formación y/o sin experiencia pero cualquiera de nosotros no. Si demuestran su más que evidente capacidad para la gestión de patrimonios, los suyos y los de los allegados, creando entramados societarios, evadiendo impuestos, robando, etc…son citados, investigados o imputados por el Tribunal Supremo, pero nosotros no. Cuando tras una gestión, las más de las veces manifiestamente mejorable, y decididos a retirarse de la vida pública, pasan a engrosar las filas de consejos de administración de empresas todopoderosas, con emolumentos acordes a su nivel, capacitación y profesionalidad, pero nosotros no. Si, además, con el pelo ya blanco y tras deleitosa carrera, se transmutan en una suerte de Petronios, árbitros no ya de la elegancia sino de la conciencia, manifestando en singulares mayestáticos opiniones tenidas permanentemente en cuenta y acompañadas de un coro susurrante de reflexivos gariteros, que hacen razón de lo muy sesudo y oportuno de sus opiniones, manifestando lo conveniente que para todos es tenerlos como referencia, pero a nosotros no..entonces, ¿qué nos queda?, ¿qué podemos hacer?

No me digáis, amiguitos y amiguitas, que nada. No me dejéis con la sensación de que la apatía y el abatimiento, el encogerse de hombros y seguir caminando, es la única opción que nos queda. Estoy absolutamente convencido de que el sistema está diseñado para su propia supervivencia, desechando cualquier posibilidad de cambio desde fuera, y que los partidos políticos son meros instrumentos para encauzar los sentimientos de participación y que el arroyo no se desborde. Por esa razón siento ese profundo deseo de castigar “con gran venganza y furiosa cólera” a todos aquellos y aquellas a los que observo defender con uñas y dientes a esos que solo pretenden preservar un sistema creado para entretener al pueblo, para sojuzgar al pueblo, pero sin contar jamás con el pueblo. Esa gran venganza y furiosa cólera representadas por una cita electoral que se saldase con un 5% de participación, con un fracaso rotundo de su rotunda mentira.

Podemos, y me refiero a la primera persona del plural del presente de indicativo del verbo poder, hacer cosas. Podemos no votar a ningún partido político salpicado por el mínimo caso de corrupción. Podemos no acudir a mitin o manifestación electoral alguna.   Podemos votar en blanco o abstenernos de participar en el tinglado electoral de turno si no hay nadie que nos convenza. Y podemos correr la voz, susurrando si queréis, de que estamos hartos, ahítos, cansados, de sus “malos Ratos”.

 

Bss

 

domingo, 5 de abril de 2015

INSOSTENIBLE

Buenos días amiguitas y amiguitos. La verdad es que hoy, Domingo de Resurrección, día de celebración para muchos, de asueto para aún  más, y de vacaciones para unos cuantos, no sería, en principio, día idóneo para filosofar sobre cuestiones  graves, incómodas y desasosegantes. Ayer escuchaba en un programa de radio otra reflexión, muy del gusto de los liberales, a cerca de lo insostenible del sistema público de pensiones. En un país, patio de monipodio y cuna de notabilísimas y excelsas excepciones como este, en el que el carpe diem, la desinformación, el mirar para otro lado, la permanente pose optimista y, en el fondo, el Dios proveerá, el sustento futuro tiende a dejarse de lado. También, es algo obvio, la cruda e implacable realidad nos ha impedido, a un número no pequeño, la posibilidad de pensar a largo o muy largo plazo, obligándonos a vivir al día, sin posibilidad real de presupuestar sobre los garbanzos futuros cuando los presentes se manifiestan menguados, cuando no inexistentes.

He observado, como todos vosotros, que las cuestiones de la economía doméstica se tienen perfectamente estudiadas y muy a gala, haciendo incluso pública ostentación de lo bien que gestiona cada mochuelo su propio olivo. Sin embargo, cuando de cuestiones de contabilidad pública se trata desaparece ese sentido común, ese frío análisis y esa capacitación, cuasi doctoral, de gestionar los recursos. Nos inquieta, cuando no ofende, que el mínimo menoscabo de la cosa pública se presente como instrumento eficaz de gestión, o medio necesario, para la prestación de servicios. 

Las pensiones, la ayuda a la dependencia, los hospitales públicos, la atención primaria, etc…, descansan en un sistema que es, digámoslo claro, alto y de una vez, INSOSTENIBLE. Me gusta esa situación? Evidentemente no. Es deseable? Evidentemente no. Es evitable? Probablemente no.

Pensad, por un momento, en vuestra economía doméstica. Un ejemplo: una persona o persono, que vive sola o solo, ingresa por su trabajo 1.000 € mensuales, un privilegiado, quien nos lo iba a decir. Supongamos que debe afrontar los siguientes gastos mensuales: Alquiler, 400€. Luz 25€. Gas 25€. Manutención 300€. Transporte 55€. Móvil 30€. Internet 30€.Agua 15€. Ese total de gastos, 880€, dejan un saldo de 120 Euros mensuales. El ejemplo carece de coche, seguro médico, dental, no invierte un solo euro mensual en vestimenta y/o aderezo y, por supuesto, no dedica nada al ocio, léase cine, teatro, literatura, masajes, viajes, etc. No entrega cantidad alguna a ONG´s. No destina parte alguna de su renta a agasajar a su madre/padre, muchacha o muchacho alguna o alguno. Y, por descontado, no fuma.  Pero, y si lo hiciera? Y si contratase un seguro médico por 40€ mensuales? Y si paga 50€ de letra de coche?, que a fe mía sé que es muy barato, si las letras de un coche fuesen de 50€, al tener 5 letras la palabra, el coche costaría 250€, o no? Y si contratara un servicio mensual en el gimnasio “El michelín Feroz” por 30€? Y si destina 100€ a ocio, nocturno o diurno? Sus gastos ascenderían a 1.100€ mensuales. Se pasa. Conclusión? No gasta. Ni seguro médico, ni gimnasio, ni coche, ni ocio, ni, ni, ni…

Y en lo público? En lo público sí hay que gastar? Y cómo proceder, si los gastos superan a los ingresos? Ahh, me parece escuchar a alguien al fondo de la sala, la deuda pública, la financiación del sector público, los impuestos. Y, digo yo, un particular, como el del ejemplo, también podría solicitar a su banco un préstamo, o dos, o tres, pero al final, que ocurriría? El banco dejaría de prestarle ante su imposibilidad de devolver lo prestado.

 La deuda pública, letras del tesoro, bonos del estado, etc., es adquirida por aquellos que ante un exceso de tesorería y buscando una forma de inversión sin riesgo prestan dinero al estado con la seguridad de recuperar su inversión y obtener una pequeña rentabilidad. Los impuestos se obtienen de las detracciones de las rentas de los individuos, los directos, y del gravamen de una manifestación de la capacidad económica, los indirectos. El estado puede también financiarse a través de alguna otra vía. No obstante, al final, ese dinero para el gasto público procede también de nuestros menguados recursos. Y si el estado demuestra una incapacidad para hacer frente a sus obligaciones de pago los inversores que compran deuda pública dejarán de adquirirla.

Al favorecer un sistema de más competitividad y productividad mediante reducción de costes las nóminas son menores, los impuestos directos recaudados son menores, las cotizaciones son menores. Al prolongarse la esperanza de vida el número de perceptores de pensiones se incrementa. El número de personas en situación de dependencia crece. Estamos volviendo a un sistema en el que se prima la contratación de mano de obra cuasi esclava, becarios, trabajadores en formación, etc.. en aras a reducir los costes salariales y mejorar, por tanto, la competitividad. Pero si te expulsan del mercado laboral con 50 años para contratar a personas de 25, sin experiencia en ese momento pero a un coste menor, como vas a poder jubilarte a los 70 años? Y cómo vas a vivir de los 50 a los 70?

Estamos ante las primeras manifestaciones de un mundo estilo “Fuga de Logan”, en el que a los 35 años te jubilen, por cremación o similar, para de esta forma hacer sostenible el sistema? No hay soluciones fáciles para los problemas sencillos. Pero sí tengo clara una cosa. Cuando escucho, leo, o veo, cómo algunos privilegiados del mundo de la cultura, en su ignorancia, o lo que es aún peor, mintiendo, luchando por unas ayudas que no necesitan, claman al cielo, rompen sus vestiduras y ponen pies en pared, exclamando que el porno paga menos IVA que el teatro. (Aclaración: lo que paga es el soporte, EL SOPORTE, las revistas porno pagan el 4%, igual que los periódicos. Las películas porno pagan el 21%, igual que las de Almodóvar). Cuando observo mareas verdes, blancas, negras, amarillas, sin duda muchas de ellas cargadas de razón en su fondo. Cuando escucho como se exige la prestación de unos servicios públicos universales, gratuitos y de la máxima calidad siempre me pregunto, y creo modestamente que todos deberíamos hacerlo, y cómo lo pagamos?

Por qué no tenemos el mismo rigor al analizar la economía pública que la privada o propia de cada uno o una? Será porque como nos aclaró Carmen Calvo, ex ministra de cultura de Zapatero, “el dinero público no es de nadie.”

Bss



P.D.: Este es un espacio de reflexión e INTERCAMBIO de ideas. No puedo hablar con cada uno y una de vosotros y vosotras ni la mitad de lo que me gustaría. Y lo que me gustaría es menos de la mitad de lo que la mitad merecéis (ya me entendéis). Así que, por favor, agradecería poder leer vuestras opiniones. Pido, y si no es bastante, humildemente, ruego, que escribáis. Muchas, muchas gracias tessssooooros.