domingo, 5 de julio de 2015

Para tí


 

Hola mi vida, son las 5.36 de la madrugada del 4 al 5 de Julio de 2015. Hoy ya es el cumpleaños de Kenu. Se que para ti como para mí, aunque en menor medida, hoy todo queda eclipsado por la chiquitusa. En verdad te digo que nunca, nunca, pensé que una cosita tan pequeña pudiese dejar un vacío tan grande. Que alguien tan callado pudiese generar tanto ruido. Que su silencio, en su ausencia, pudiese llegar a ser tan estruendoso.

Todo lo que hemos hecho, todo lo que fundamentalmente has hecho tú desde aquel 29 de Julio de 2012, primero por Kenu, luego por Flaky, y simultáneamente por los dos, te califica como madre, como mujer y como persona. Todo eso, la paciencia, la abnegación, la entrega, la dedicación, el amor incondicional, la devoción, no es sino lo que le he visto hacer a mi madre conmigo y con mi hermano. No dudo de que todas las madres sean más o menos así con sus cachorros, pero si puedo decir, con absoluta seguridad y certeza, que siendo todas de esa manera algunas lo sois más, algunas lo sois con mayúsculas, negrita y subrayado.

Todo eso me hace convencerme de que no me equivoqué contigo, que al dejarme formar parte de tu vida he tenido mucha suerte, ya que eso me ha permitido recibir lecciones que deberían constar con tinta indeleble en los anales de lo que debería ser una persona ejemplar y completa.

Todos tenemos defectos, sin duda. Tú los tienes,  yo los tengo, y Kenu y Flaky, pero es cierto que ellos, nuestros hijos, al margen de que por su condición reciban un cierto trato preferente tienen algo que también les hace únicos, especiales. Solo he visto esas cualidades de las que hablaba antes, y que compartís mi madre y tú, en otros seres, en ellos.

Me acuerdo del 29 de Julio de 2012. Recuerdo como salimos a esperarlos a la esquina de Marcelo Usera, y de la impresión que me causó ver a Kenu tumbado en el asiento de atrás. Me pareció más grande, mucho más delgado y muchísimo más guapo que en las fotos que nos habían enviado. Recuerdo su primera salida, la sensación de pensar que aquella aventura iba a resultar mucho más complicada de lo que parecía. Los primeros días. Aquella vez que se puso a ladrar a la televisión y te asustaste tanto. El miedo que sentía cuando se acercaba un coche. La imposibilidad de acercarse a un cubo de basura…Recuerdo también las primeras risas, sus primeras vacaciones en la playa, los primeros motes, pecho vaca, huevos planos, to-lo-meo, to-lo-huelo…

Han pasado casi 3 años de todo aquello. Todo ha cambiado mucho, él y nosotros. Nos hemos acostumbrado a cada gesto, a cada detalle, a sus nervios, a su glotonería, a su amor…Tanto, que quizá no le valoremos tanto como al principio.

Tiempo después llegó Flaky, tu chiquitusa, la pequegña, pequegña. Nuestra hijita de amó. Y todo cambió una vez más. Para ti, porque ella representaba mucho más que una perrita, que una hijita fiel y amante. Flaky es tu deseo de tener una hijita. El reflejo de las ganas tremendas de adoptar a Bonsai, algo que quisimos paliar con Dana y que, lamentable o afortunadamente, no funcionó. El deseo de que Kenu no estuviese solo. De formar una pequeña comunidad de gordos perrunillos que nos recibiese, todos a la vez, al volver a casa. Y que esa comunidad se convirtiese en una familia feliz.

Pero, ay hijita, resultó que la lucha con Flaky se nos fue de las manos. Primero había que recuperarla. Mayorcita, desnutrida, agotada…Era preciso lograr que mejorase y mucho. Y lo conseguiste. Simultáneamente se presentaba el problema de su relación con Kenu. Ver como se adaptarían, si existiría una relación afable o de cierta tensión por ver quien era el dominante. Y siempre, como un fantasma maligno, sobrevolaba la idea de que aunque había mejorado espectacularmente seguía teniendo problemas.

Pero claro, cuando algo está predestinado, cuando los astros parecen alinearse en una mágica conjunción, las cosas discurrieron como cabía esperar. Flaky ha demostrado ser como tú. Debía haber muerto aquel verano de 2014, agotada, hambrienta y sola, pero no, al igual que su mami, fuerte, decidida, inquebrantable, sobrevivió para encontrarse con su alma gemela. Se recuperó para encontrar una relación especial y única con alguien que era como ella. Con su presencia silenciosa y permanente se ganó a su hermano, amigo y compañero. Con su mirada y sus gestos, sin necesidad de alzar la voz, tiene a su padre austero y adusto derramando lágrimas al evocar su recuerdo. Y creó un vínculo único e indestructible con la única persona en el mundo con la que podía crearlo, contigo.

He repetido muchas veces aquella frase de mi admirado Cayo Julio César: “no hay nada tan fuerte que la voluntad no pueda vencer”, y he añadido, seguramente desde la muerte de mi padre, que si hay una cosa que la más firme voluntad no puede derrotar es la muerte. Pero ahora, parafraseándole, debo decir que hay cosas, algunas pocas cosas, que la muerte no puede destruir y una de ellas es esa clase de vínculo que entre vosotras dos tejisteis.

Sé que ahora, por un tiempo, que espero sea muy largo, no la puedes ver, no puedes besarla, no puedes ver como te sigue con la mirada, pendiente de cada señal en ti. Sé que es tentador aferrarse con desesperación a cada una de sus cosas. Pero estoy convencido de que la parte fundamental de Flaky no se ha quedado en sus cosas. Cosas que atesoraremos toda la vida, por otra parte. La parte fundamental de Flaky era como era ella y el efecto que provocaba en ti. Y, y esto es significativo, como eres tú y el efecto que provocabas en ella. Sin ti, Flaky nunca hubiese sido como fue. Sin ella, tú, ahora, no serías como eres en este momento. Ese vínculo irrepetible, está en ti, Flaky está en ti.

La vida es una aventura ideal, observada desde la lejanía de una vista aérea documental. A ras de suelo es implacable. No sé cual era el nombre de Flaky. No sé cuando nació. No sé que clase de vida llevó. Pero a poco que lo piense solo puedo llegar a una conclusión. Nació el 13 de Julio de 2014, entre las dos y las tres de la tarde. Se llamaba Flaky. Vivió una vida feliz. Fue de vacaciones muchas veces, sobre todo a la playa. Disfrutaba enormemente en la casa de campo, venteando, levantando liebres y conejos. Y encontró un amor único y sin medida en su madre.

Alguien, ahí arriba, encargado de la gestión de recursos humanos, decidió, con criterio irreprochable, que toda la preparación, tras largos años, había culminado, gracias a ese encuentro casual, en un resultado definitivo e inapreciable. Flaky estaba preparada para asumir mayores responsabilidades. Para jugar su verdadero papel. Hemos tenido el privilegio de disfrutar de ella. Y nuestra hijita nos ha impregnado de su esencia, de su amor, de sus virtudes. A mí, a Kenu, pero sobre todo y de manera muy especial a su adorada mami, a ti.

Ahora llorar y echarla de menos no sirve para expresar lo que sentimos en realidad. La buscaremos cada día, todos los días, el resto de nuestra vida y no la encontraremos, hasta que nosotros, mucho más humildes y normales, podamos volver a reunirnos con ella. Y la buscaremos y la buscaremos mal. Porque si quiero ver a Flaky, más allá de sus fotos, solo tengo que mirar a Kenu. Si quiero abrazarla, solo tengo que arrodillarme y estrechar la cabeza de Kenu entre mis manos. Si quiero darle un beso, si quiero sentir su amor, solo tengo que besarte a ti, y sentir el amor que nos das. Porque ese amor, que ya no es solo tuyo, es el que nos has dado a nosotros, y es el que has recibido de ella. Ella está en ti. Y ahí, acurrucada dentro de ti estará, en préstamo, hasta que un día, dentro de muchos años, la veas correr otra vez hacia ti y, por fin, se cierre el círculo.

Os amo.

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